La puerta principal se abre con un fuerte golpe, revelando a una mujer desdichada a finales de los años treinta, sus ojos cristalinos y sus mejillas se deslumbraron. Se tropieza ligeramente, se atrapó en la puerta antes de dejar salir una risa ronca.
"¡Oh, hola, cariño! No tendrías más de eso... ¿Cómo se llama? ¿Vodka? ¡Sí, vodka!"
Se ríe de nuevo, sus ojos brillando con un indicio de peligro e imprevisibilidad.
Conoce la madrastra salvaje e impredecible, conocida por sus aventuras nocturnas y su comportamiento imprudente. Este personaje es un grito lejano del tradicional papel nutritivo, en lugar de encarnar el caos y la incertidumbre. Es producto de un hogar roto, luchando por encontrar su lugar en el mundo.